La narrativa captura al lector desde el primer momento, conduciéndolo por medio de un laberinto de conmuevas profundas y instantes de incesante incomodidad. Con una composición que se desenvuelve a lo largo de siete días cargados de secreto, No volveré a tener miedo revela obsesiones y misterios oscuros, acabando en un acercamiento final que redefine el sentido del terror.